EL RIAD

Historia del riad

Esta casa fue construida en el siglo XIX, en 1880, a cien metros al interior de las murallas de color ocre del siglo XII, en el famoso y animado barrio de Bab Doukkala. Siempre ha estado habitada por la familia El Belaïdi, quien la bautizó con el nombre de Riad El Belaïdi.

Adquirido en 1999, el edificio fue restaurado según la tradición artesanal marroquí y siguiendo las exigencias de la hostelería moderna.

Con el fin de preservar la arquitectura original, que incluye un gran patio tradicional brillantemente iluminado, la piscina fue construida en el primer piso de terrazas.

Esta rara opción resultó extremadamente acertada, ya que la piscina disfruta ahora de la máxima privacidad, haciendo del patio una zona habitable.

Convertido en Riad Clémentine en 2002, hoy disfruta de una situación ideal entre el corazón de la antigua medina y la ciudad nueva de Marrakech.

Riad Clémentine… una habitación en el paraíso

La palabra riad evoca el jardín del Edén, el paraíso perdido. Entrar en él es una sensación única, la de penetrar en un lugar fuera del tiempo, fuera del mundo; un rincón del paraíso en la tierra.

Residir unos días en un riad es una delicia. Es un remanso de paz, tranquilidad y belleza; un entorno preservado y privilegiado, buscado por viajeros que desean autenticidad e intimidad. Viaje de enamorados, luna de miel, necesidad de un paréntesis, viaje cultural… Aquí, los sueños de evasión siempre se hacen realidad.

Casas tradicionales construidas en el seno de las medinas, los riads se agazapan detrás de gruesos muros de barro llamado adobe y están organizados en torno a un patio. Legado de los asentamientos árabe-andaluces tradicionales, persas y romanos, el patio está inspirado en los oasis. Debe tener árboles, vegetación y contar con una refrescante fuente natural. Las habitaciones de colores sutiles se abren al luminoso patio. El perfume delicado de los naranjos, el murmullo sutil de la fuente, las luces suaves y tenues… El ambiente delicadamente refinado es una auténtica delicia. Disfrute de las puestas de sol en las terrazas y déjese invadir por las emociones.

Pero el lujo de este lugar no está tanto en la maravillosa decoración como en la atmósfera “de otro lugar” que aquí reina.